sábado, junio 30, 2007

¡Oh!, ¿y ahora quién podrá defenderme? (el día de los locos)

Ya que mi computador falló nuevamente no pude escribir esto el día en que correspondía. Así que lo del jueves lo contaré ahora. Mañana viene lo del viernes.

El día de los locos:

Esta semana fue el veranito de San Juan. El jueves se notó en serio. Traspasé la puerta de la librería rumbo al exterior a tomar solcito en el auto. Todo bien. Eso como al mediodía: siempre a esa hora descanso un rato porque después de la mañana estoy muerta de sueño. En eso estaba tomando mi Coca-Cola, sola afuera, cuando llegó un hombre entre curado y loco. Tenía un ojo hinchado y me miraba fijo. Me pidió una moneda. Yo no tenía nada, claro, había gastado 100 pesos en la bebida. Siguió mirandome, muy fijamente. Yo le decía "¿qué?¿que quiere?" y no respondía. Se comenzó a acercar, más y más. Estaba DEMASIADO CERCA. Luego me dice "dame bebida". Yo dije no y me entré corriendo. Nadie de ahí hizo nada. El tipo me siguió. Adentro se encontró con el Christian. Y me escondí. Mi mamá estaba adentro porque estaban arreglando la fotocopiadora de planos. El Christian se quedo callado mientras el borracho le hablaba. No hizo nada.

Yo llegué donde mi mamá, quien decidió dar fn al asunto y enfrentar al sujeto en cuestión. Este
le preguntó "¿es su hija?" y cuando mi mamá le dió una moneda empezó a exigir más. Ella se aburrió y le dijo que se fuera de una vez.

Yo quedé plop ¿cómo es posible que nadie me pudiese o tratase de defenderme? El Christian me dijo "le hubieras dado un botellazo" ¡Pero si estaba congelada!.

Eso no fue todo. Más tarde llegaría el loco número 2. (sigo más rato)

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