domingo, mayo 28, 2006

Los diarios de mi vida y los ojos de otros

Hay algo que siempre me preocupa. No,no,no, no, no siempre en realidad. Comenzó cuando tenía como 6 años. En ese entonces ya tenía diario de vida. A esa edad no muchas niñas ya tienen diario, pero yo ya sabía leer y escribir hace años. Lo que me preocupa es que alguien lea mi diario de vida o cualquier apunte privado.

Las hojas de mi diario eran de esas que se desprenden, y con el tiempo, como yo eran tan cuidadosa como cualquier niña de 6 años, se desarmó. Y algunas hojas que se desprendieron, se perdieron en mi pieza. Mi mamá las encontró, y en vez de pasarmelas las leyó, según ella para saber de quien eran. No sé que pensaba si la única otra persona que podría haber escrito con lápiz de color era mi hermana chica. Es decir bastaba con preguntar. Pero las leyó. Y pronto todos los adultos en la casa se rieron de lo que había escrito. Es gracioso que a esa edad ya estuviera preocupada de los hombres, ok. Es gracioso que yo pensara que para ser pololos sólo se necesitaba ser amigos (que tierna). Pero eso no daba ningún derecho a que todos se rieran de mis sentimientos, y que compartieran mis hojitas entre ellos. (Ahora que lo pienso tal vez por eso me ha costado aceptar tener un pololo, porque tengo miedo a hacer el ridículo).

Me dió tanta vergüenza. De ese entonces trataba de no decir nada de ningún niño, pero siempre estuvo presente lo de esas hojas y por años se rieron de eso. Y siempre se reían de que me gustara alguien. Por eso mi hermana tampoco cuenta sus cosas. ´

Yo seguí teniendo diarios y muchas veces tuve que defenderlos de los ojos ajenos. Una vez una compañera le arrancó el candado a uno que tenía y yo la empujé, para que no lo leyera. Es la única que vez que empujé a alguien para defenderme en el colegio.

Y así cómo tuve muchos diarios, fueron desapareciendo también. Yo misma con el tiempo los encontré ridículos y me deshice de ellos, no quería que nadie se riera y sólo me daban lástima al final

Mi diario actual, lo tengo hace algunos años y escribo cada cierto tiempo. Algunas páginas se han ido, porque tenían recuerdos que no valía la pena recordar. Puedo botarlos al menos. Pero conservo los que me han hecho crecer y los que me representan. Más que nada mi diario es ahora un retrato de lo que siento ahora. Por eso me preocupa más que nunca que alguien lea mis cosas. Muestran mi alma desnuda. Nadie sabe todo de mi, todos mis miedos e ilusiones.

Tengo pesadillas en que leen mi diario o unos cuadernos donde he escrito. Tengo mucho miedo y preocupación ahora. A veces mi mamá ordena, y mueve mis cosas. Me preocupa que se haya abierto mi diario o esos cuadernos. Pienso, cuando los veo sobre la cama, en que ya los leyó, que ya sabe algo. Y cuando hablo con ella pienso que lo sabe y que debe estar pensando que pienso cosas ridículas, que me ilusiono en vano, esperando que las cosas no sean como yo quisiera, que olvide todo lo que escribí ahí.

Al final yo le comento ese miedo a ella, y me dice que me olvide lo del diarito de mi niñez. Que ella no lee cosas ajenas...que eso fue casualidad. Pero casualmente podría leer nuevamente.

lunes, mayo 22, 2006

Este computador me saca de quicio

Cuando al fin tenía un fin de semana completo de computador para hacer todas mis cosas, al computador le dió el berrinche y no quizo funcionar. Ayer perdí valiosas horas de mi vida sólo intentando que algo funcionara pero no, no era posible. Incluso parece que los proveedores de internet estuviesen en mi contra. Mi mamá estuvo toda la tarde conectada y no hubo problema. Entro yo y nada. ¡NADAAAA! Además el computador se apagó solo un par de veces y la segunda vez me arruinó un CD. Y no quiero intentar quemar ningún otro porque tengo miedo de seguir teniendo bajas. Incluso tengo que grabarle dos a una amiga y me da miedo que de nuevo el computador se apague.

Ayer a las once d ela noche no aguanté más. La porquería esta no quería nada, no me dejó actualizar mi página, justo el día que sí lo haría, no navehgaba, no quemaba cds, nada. Me dió el ataque y me puse a llorar. No porque el computador falle, sino porque nadie me devolverá las horas perdidas de este fin de semana, y a esta altura que me siento más vieja, duelen mucho más que cuando las perdía antes. Antes daba igual, ahora era "soy una horas más vieja y las gasté peleando con un computador". Qué patético.