viernes, diciembre 21, 2007

Christmas and the City

Navidad, época de paz, amor, regalos, familia y calor...aunque no necesariamente calor familiar. Hoy empezó el verano y yo no había tenido mucho tiempo para preparativos antes. Me faltaban varios regalos, pero me sobraba el espíritu. Muy a lo Carrie me calcé mis hermosas sandalias plateadas de Zara, pensando más en lo bien que combinarían con el resto de mi ropa y no si eran apropiados para caminar. Ya llegando a tomar la micro comencé a darme cuenta de que no soy Carrie y esta no es Nueva York. Pero ignoré las voces en mi cabeza. Subí al bus y me encontré con el primer recordatorio de que esto es Santiago: no me quedaba saldo en la tarjeta Bip y el conductor me miraba con cara de pocos amigos. A decir verdad nunca me han hecho bajar, pero el parecía decidido. Justo cuando ya me veía caminando 10 cuadras para cargar la tarjeta, ¡me di cuenta de que aún existen los caballeros! Un joven que venía de pie sacó su tarjeta y pagó mi pasaje. Yo sonreí y agradecí su gesto antes de irme a sentar. Tal vez la vida tiene algo de Sex and the City...

Pero nuevamente tuve que despertar. Con un insoportable olor. Un loco de aquellos iba sentado delante mío y no se podía ni respirar. No bastaba con el calor. Y al bajarme, antes de mi destino pues ya no aguantaba en la micro, descubrí el significado de "mar humano". Hice tripas corazón y armada de mi mejor espíritu navideño me abrí pasó en busca de los regalos perfectos. Ni siquiera que cerraran el metro quebrantó mi ánimo. Y no era lo último...en la micro de vuelta no me pude sentar y el efecto de lo zapatos ya era evidente. Pero, obviamente, hay que mantenerse firme, continuar con una sonrisa en el rostro. Es lo que haría Carrie...aunque dentro de mí gritaba como la niña de los zapatos rojos. Todo porque una señora le dió el asiento a uno que le gustó y no a mí.

Con todo al final del día aún esperaba que un caballero de brillante armadura llegara a a salvar el día. No sucedió, pero me mantuve positiva. Ya será. Y así, como siempre terminé el día en la puerta de la librería, con mis regalos perfectos, los pies rotos y el espíritu intacto. ¿Será que toda esa mezcla hace que una Navidad sea perfecta? Con todo eso tengo el envoltorio bonito y las buenas intenciones, la sustancia, es lo que está por verse. Mirándolo positivamente, puede que yo no sea Carrie y no viva en Nueva York, pero vivo en el mundo real y eso es bastante loable.

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