Este sábado cumplí mi sueño de ver un musical verdadero, de teatro. No era en Broadway, era del West End de Londres. No estaba en West End, tampoco en Broadway. Estaba en Santiago de Chile.
El show fue entretenido. Yo me sentía un poco responsable por mi mamá y mi hermana, porque la una iba por curiosidad, la otra porque la una le compró la entrada aunque no le gusten los musicales.
Yo había visto "Cats" en la tele hace años, muchísimos años, en TVN. Mi hermana y yo, asombrosamente, recordábamos la melodía de las canciones. Me entretuve, a pesar de que no estaba tan cerca. Lo que sí, estaba emocionada desde que llegué. Y "Memory" me hizo llorar. Soy una llorona ¿y qué?
La trama como dijo mi hermana, no era muy compleja, pero al fin y al cabo un buen espectáculo. Lo mejor yo diría que eran las voces. El tipo que hacía Gus/ Growltigger, tenía una de esas voces de barítono que me encantan. De baile, hay que decir que es muy difícil bailar y cantar a la vez, por causa de la respiración. Pero había personajes que sólo cantaban y otros que sólo bailaban. El papel de Grizabella, la gata glamorosa que cae en desgracia, es sólo canto, que llegaba al alma. (lacrimógeno total)Y el de Mr. Mistoffelees, era baile. Daba unos giros impresionantes, interminables. Yo con suerte hago 5 y salgo disparada.
La música en vivo era potente y se mezclaba muy bien con las interpretaciones vocales. Lo único es que me habría gustado verles la cara más cerca.
Otro problema es que los subtítulos en español eran regulares. Varias partes tradujeron cosas que no correspondían o no necesitaban una explicación diferente. Yo sé que traducir poemas es difícil ( Cats está basado en el libro de poemas Old Possum's Book of Practical Cats, de TS Elliot), pero encuentro que le quitaba la gracia gatuna y si es para algo de alto nivel debe tener gran calidad.
Encuentro que la crítica de los diarios fue muy dura, no valoraron tanto lo bueno como destacaron las falencias.
Lo que sí criticaría, para variar, al público chileno, que no sabe como comportarse en un espectáculo teatral. Comen cabritas (pop corn), entran sin respetar al resto, silban, dejan los celulares encendidos.
Y lo otro, que no es su culpa es que se levanten antes que termine el show, porque no saben que jamás un musical termina en una balada. Siempre con un tema más movido o impactante. Eso da pie a una presentación final del elenco o un remate.
Pero todo se perdona (cómo en las obras de teatro antiguas), el momento que obtuve lo compensa. Hasta me saque una foto con unos gatos de cartón, ¿qué más se puede pedir?